VII. Una Revelación en el Monte Laurenzi

Introducción

Kafka en 1901.

LÓGICAMENTE, al señor Kafka no se le escapaba el hecho de que su hijo, aparte de las horas de clase en la Facultad, se pasaba muchísimo tiempo leyendo o dando vueltas por ahí. Y lo que al principio fue sospecha se transformó en certeza: concluyó que su hijo perdía el tiempo de la manera más lamentable. Y mucho le hubiera gustado que lo invirtiese productivamente, ayudándole en la tienda. Toda la familia giraba alrededor de la dichosa mercería, menos ese enigmático joven que ya pasaba de los veinte años. ¿Por qué no les echaba una mano? Era inútil: Franz Kafka se las arreglaba para eludir a su padre. ¿Ayudar en la tienda?

Este sitio web utiliza cookies, propias y de terceros con la finalidad de obtener información estadística en base a los datos de navegación. Si continúa navegando, se entiende que acepta su uso y en caso de no aceptar su instalación deberá visitar el apartado de información, donde le explicamos la forma de eliminarlas o rechazarlas.
Aceptar | Más información