VII. Primer Encuentro con el Nuevo Mundo

Introducción

Dos testimonios gráficos de cómo se vio en Europa el hecho del Descubrimiento.


EN el primer capítulo hemos dejado a Colón deslumbrado en las playas de la presunta Cipango recién descubierta, rodeado de indígenas desnudos que asistían a la ceremoniosa toma de posesión como si se tratase de un mágico ritual. Había comenzado el choque de dos culturas, de dos civilizaciones distintas. Lo que más sorprendía a los naturales ingenios de la isla de Guanahaní eran las pesadas vestimentas con que se abrigaban aquellos hombres extraños que habían llegado por el mar. Un indígena dijo que eran «hombres con rabo». La broma o el chiste respondía a la idea que tenían ellos de las personas que iban más o menos vestidas en lugares lejanos. Bernáldez escribe: «Allí dijeron al almirante que adelante de allí era Magon, donde todas las gentes tenían rabo, como las bestias o alimañas, y que a esta causa los hallarían vestidos, lo cual no era ansí más parece que entre ellos hay este crédito de oídas, y los simples dellos lo creen ser ansí con su simpleza, y los discretos creo yo que no lo creerán, porque parece que ello fue dicho primeramente por burla faciendo escarnio de los que andaban vestidos (...) y ansí los de esta provincia de Ornophay como ellos todos andan desnudos, hombres y mujeres, facen escarnio de los que oyen decir que andan vestidos, y el almirante supo ser burla, que si algunos donde ellos nacían andan vestidos, tampoco tienen rabo como ellos dijeron.»

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