VII. La gran opción

POR aquel entonces, la Liga de los Justos era el núcleo socialista más fuerte, pese a que, como dijera Marx, constituía una «mezcla de socialismo o comunismo franco-inglés y de filosofía alemana». La Liga le atraía a Marx por su franca oposición a los gobernantes, por su profunda desconfianza en los partidos y políticas oficiales y por su intención de formar un partido que agrupara a los trabajadores a nivel internacional. Pero al mismo tiempo, Marx se mostraba intolerante respecto de las utopías y la persona de Weitling a quien consideraba responsable de la confusión teórica que afectaba a esa organización. Este tenía, además, un estilo personal que Marx no soportaba demasiado por sus rasgos histriónicos; la enemistad culminó en abierto enfrentamiento. A los ojos de Marx, Weitling era un ignorante a quien era preciso desenmascarar. Sostener, como él hacía, que las condiciones para la revolución comunista estaban dadas, era un engaño al pueblo en el criterio del...

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