VII. Alemania y los Países Bajos

Introducción

TRES eran las aspiraciones de Carlos V cuando llegó a Alemania en el verano de 1530: conseguir la elección de su hermano Fernando como Rey de Romanos, la unificación religiosa y la ayuda de los príncipes alemanes contra los turcos. Podría pensarse que no debía resultarle difícil lograrlo: recién coronado por el Papa y con grandes victorias militares en su haber, el Emperador acababa de iniciar el período culminante de su reinado y su posición era entonces más firme que nunca. Sin embargo, en los últimos años, el luteranismo se había afianzado y se había extendido más aún por Alemania. El edicto de Worms no se había cumplido; las Dietas de Nuremberg, en 1522 y 1524, y la de Spira en 1526, habían reconocido de hecho la Reforma, al encargar a cada Estado la discusión de las distintas doctrinas para elevar sus conclusiones a un Concilio de la nación alemana; y los príncipes deseaban mantener su libertad, tanto en el plano político como en el religioso.

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