Viaje del Parnaso: 26
Capítulo V
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Viaje del Parnaso
Miguel de Cervantes
Oyo el señor del humido tridente
las plegarias de Apolo, y escucholas
con alma tierna y coraçon clemente.
Hizo de ojo y dio del pie a las olas,
y, sin que lo entendiessen los poetas,
en un punto hasta el cielo levantolas.
Y el, por ocultas vias y secretas,
se agaçapo debaxo del navio,
y usó con el de sus traydoras tretas.
Hirio con el tridente en lo vazio
del buco, y el estomago le llena
de un copioso corriente amargo rio.
Advertido el peligro, al aire suena
una confusa voz, la cual resulta
de otras mil que el temor forma y la pena.
Poco a poco el baxel pobre se oculta
en las entrañas del ceruleo y cano
vientre, que tantas animas sepulta.
Suben los llantos por el aire vano
de aquellos miserables, que suspiran
por ver su...
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