Viaje de Enriqueta

Olvidar es un placer como la buena mesa, algo lindo, casi una Stefania Sandrelli que te dice, oh caro amore mío, y borra el mundo. Eso es olvidar. Y hoy por hoy yo no he olvidado, aunque ande camino del olvido. Ah, Stefania, la Sandrelli. La conocí cuando estuve en Roma. Yo venía de visitar la galería Piti donde vi el David de Da Vinci, había alquilado una góndola grande, no es caro, y me desembarqué frente a la columna de Trajano o Tarquino, un árabe de ésos, y allí mismito, recostada, Stefania con un vestido transparentoso, parecía un hada, entonces era un titi, una voz tan dulce. Como yo le meto algo a los idiomas y el italiano no es mi fuerte, me acerqué a la fresca y le dije jau du yu du an jaguaryú, madmuasel Sandrelli, y ella en seguida abrió los ojos asombrada y me contestó, comen boe, yu laikmi tu moch, mesié Enrique, y por poco me babeo. Paseamos en góndola, no es caro. Y no te cuento lo que hubo a la noche, por no entrar en detalles, pero para que vayas con...

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