Viaje al centro de la Tierra: Capítulo 8
Viaje al centro de la Tierra
Capítulo 8
de Julio Verne
De Altona, verdadero arrabal de Hamhurgo, arranca el ferrocarril de Kiel que debía conducirnos a la costa de los Belt. En menos de veinte minutos penetramos en el territorio de Holstein.
Una vez todo listo y cerrada la maleta, bajamos al piso interior.
Durante todo el día no habían cesado de llegar los abastecedores de instrumentos de física y de aparatos eléctricos, y de armas y municiones. Marta no sabía qué pensar de todo aquello.
-¿Es que se ha vuelto loco el señor? -preguntó, por fin.
Yo le hice un ademán afirmativo.
-¿Y le lleva a usted consigo? -Repetí el mismo signo.
-¿Y adónde?
Entonces le indiqué con el dedo el centro de la tierra.
-¿Al sótano? -exclamó la antigua criada.
-No -contesté yo-, más abajo todavía.
Llegó la noche. Yo no tenía ya conciencia del tiempo transcurrido.
-Hasta mañana temprano -me dijo mi tío-; pues partiremos a las seis en punto.
A las diez me dejé caer en mi lecho...
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