Viaje al centro de la Tierra: Capítulo 4

Viaje al centro de la Tierra Capítulo 4 de Julio Verne -¿Se ha marchado? -preguntó Marta, acudiendo presurosa al oír el ruido del portazo que retumbó en toda la casa. -Sí-respondí-, se ha marchado. -¿Y su comida? -No comerá hoy en casa. -¿Y su cena? -No cenará tampoco. -¿Qué me dice usted, señor Axel? -No, María: ni él ni nosotros volveremos a comer. Mí tío Lidenbrock ha resuelto ponernos a dieta hasta que haya descifrado un antiguo pergamino, lleno de garrapatas, que, a mi modo de ver, es del todo indescifrable. -¡Pobres de nosotros, entonces! ¡Vamos a perecer de inanición! No me atreví a confesarle que, dada la testarudez de mi tío, esa era, en efecto, la suerte que a todos nos esperaba. La crédula sirvienta, regresó a su cocina lamentando. Cuando me quedé solo, se me ocurrió la idea de írselo a contar todo a Graüben; mas, ¿cómo salir de casa? ¿Y si mi tío volvía y me llamaba, con objeto de reanudar aquel trabajo logogrífico capaz de volver...

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