Viaje al centro de la Tierra: Capítulo 36

Viaje al centro de la Tierra Capítulo 36 de Julio Verne Aquí termina lo que le he llamado mi Diario de Navegación, tan felizmente salvado del naufragio, y vuelvo o recordar mi relato como antes. Lo que ocurrió al chocar la balsa contra los escollos de la costa, no sería capaz de explicarlo. Me sentí precipitado en el agua, y, si me libré de la muerte, si mi cuerpo no se destrozó contra los agudos peñascos, fue porque el brazo vigoroso de Hans me salvó del abismo. El valeroso islandés me transportó fuera del alcance de las olas sobre una arena ardorosa donde me encontré, al lado de mi tío. Después salió a las rocas, sobre las cuales se estrellaba el oleaje furioso, con objeto de salvar algunos restos del naufragio. Yo no podía hablar: me encontraba rendido de emoción y de fatiga, y tardé más de una hora en reponer. Seguía cayendo un verdadero diluvio, con esa redoblada violencia que anuncia el fin de las tempestades. Algunas rocas superpuestas nos brindaron un...

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