VI. Muerte de Pizarro

Diego de Almagro es capturado en Cuzco EL estado de desorden en que se hallaba el Perú reclamaba la pronta intervención del gobierno, pero el asunto era, de todos modos, algo muy difícil de resolver. La autoridad de Francisco Pizarro tenía sólidas bases y el país se hallaba demasiado lejos de España para poder ser vigilado desde la metrópoli. Se hacía necesario, por lo tanto, enviar a alguien que ejerciera una especie de control o que estuviese por lo menos investido de unos poderes iguales a los de aquel peligroso jefe. La persona elegida para tan delicado cargo fue el licenciado Vaca de Castro, miembro de la audiencia real de Valladolid. Era un juez instruido, hombre sensato e íntegro y, aunque no fuese militar, tenía una habilidad y un conocimiento de los hombres que le hacían capaz de emplear en provecho propio los talentos de los demás. Debía presentarse ante Pizarro en calidad de juez real, ponerse de acuerdo con él para calmar a los descontentos, especialmente...

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