VI. Miguel Ángel, arquitecto e ingeniero

Miguel Angel y el arte de las fortificaciones

Su salud de hierro aunque a veces cayese enfermo de algún cuidado por exceso de trabajo, a la par que su fama y su extraordinaria vocación —fue llamado «el hombre de las cuatro almas», una para la escultura, otra para la pintura, la tercera para la arquitectura y la cuarta para la poesía— le impedían permanecer inactivo. Incluso cuando le acometía alguno de sus frecuentes accesos hipocondríacos, se desahogaba escribiendo poemas. Por lo visto, una vez se encerró con la intención de dejarse morir de hambre; empero, es de suponer que sus poemas le salvaron, o tal vez un repentino cambio en su estado de ánimo. Precisamente, el interés primordial de la poesía de Miguel Angel radica, como señala W. Pater, «en que nos hace espectadores de su lucha». Mas este es un tema sobre el que insistiremos más adelante.

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