VI. La Madurez

Introducción

RESTITUYE al tesoro una parte considerable de los maravedíes de la fracasada empresa en Venezuela, e ingresa en el convento que la orden de Predicadores tienen en la capital de La Española. Según Bataillón y Saint-Lu, «la crisis moral que conoció Las Casas en 1522 no es simplemente el abatimiento de un hombre que ha sufrido un fracaso, ni incluso, únicamente, el remordimiento que puede nacer de un sentimiento de culpabilidad». El Protector cree que Dios «le quiso castigar y afligir por juntarse a hacer compañía con los que él creía que no le ayudaban ni favorecían por Dios ni por celo de ganar las ánimas, que por aquellas provincias parecían, sino por sóla codicia de hacerse ricos, y parece que ofendió a Dios maculando la puridad de su negocio espiritualísimo…» Las Casas cree en el poder del diablo y sus huestes en el mundo. El poder del mal se extendería por todo el universo y se escondería inclusive en los pueblos cristianos. Su balance en ese momento no puede ser más pesimista. Posiblemente se arrepiente de su pragmatismo, se da cuenta de que hizo concesiones sin poder a cambio de ayudar a los indios.

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