VI. Camino de la Consagración

Introducción

DUKAS, como todos los músicos de la vanguardia francesa, no concede demasiada atención a la música procedente de España, convencido de que todo lo que aquí se hacía no eran sino zarzuelas y derivados, y aunque Albéniz y Granados se encuentran en París y son conocidos y admirados por la nueva generación parisina, ésta considera a los dos maestros como la excepción que confirma la regla. A pesar de este prejuicio no falto de razón, hay que reconocerlo, Paul Dukas accede generoso a la petición de Falla y, no sin ciertas reservas, le pide que interprete al piano su partitura. El compositor francés conduce a Falla hasta un gran salón de la mansión donde vive y el español se sienta ante el piano con cierta timidez, no sin rogar antes al maestro le interrumpa cuando se sienta cansado. Falla comienza la interpretación y Dukas le escucha con atención. Pero Falla, temiendo estar abusando de la paciencia del maestro, hace una discreta pausa. Su oyente le ruega que prosiga; aunque vuelve a repetir varias veces sus discretas pausas, el francés cada vez más interesado en lo que está oyendo, le indica con un gesto de la mano que continúe. Cuando Falla, finalmente, termina de interpretar la obra, Paul Dukas se levanta del asiento y estrecha en un fuerte abrazo a Falla, comunicándole su entusiasmo, al tiempo que le dice: «Merece la pena que esta obra se presente en la Opera Cómica». Falla está tan sorprendido ante la reacción del maestro que, por un momento, le asalta el presentimiento de que éste le está haciendo objeto de una broma pesada. Pero no, Dukas no hacía sino anticiparle la opinión de toda Francia. El compositor galo ofreció a Falla algunos consejos y observaciones que el español aplicó inmediatamente a su ópera, por creerlos acertados, naturalmente. El encuentro con Dukas tuvo un gran significado para Manuel de Falla: de aquí surgió la gran amistad que uniría durante años a los dos compositores, y a partir de aquel encuentro la vida personal y profesional de Falla dio un giro tan considerable que alejó toda la incertidumbre que el compositor español sufría en aquellos momentos.

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