Vergara : 33
Vergara Capítulo XXXIII
de Benito Pérez Galdós
Dirigiose a la cómoda en que estaba el candilón, el cual, dicho sea por respeto a la puntualidad histórica, había dejado extinguir una de sus dos mechas, manteniendo encendida la otra por puro compromiso, al parecer, pues bien se le conocían las ganas de dormirse en la obscuridad. D. Fernando miró al General, que revolvía papeles en el cajón primero de la cómoda, y tras él veía también mal alumbradas por la luz dormilona las pobrecitas ánimas del Purgatorio, sus cuerpos desnudos entre llamas rojizas. ¡Con qué gusto las habría sacado de aquel martirio, extrayendo al propio tiempo al pobre General, que en las llamas de su ansiedad e irresolución ardía!
«Verá usted -dijo D. Rafael, hallando lo que buscaba y volviendo el rostro hacia el mensajero de su rival-: aquí tengo una carta interesantísima. No haré con usted misterio de su contenido ni de la persona que la firma: es un amigo íntimo de Simón de la...
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