Vergara : 26
Vergara Capítulo XXVI
de Benito Pérez Galdós
No menos entrometido que curioso, ardía el aragonés en impaciencia por conocer las intenciones de su amigo y el estado de la que juzgó aventura de amor. «¿Pero qué, señor D. Fernando, no entramos en la casa de Arratia? ¿No hemos venido a sorprender y llevarnos a la hermosa mujer con niño y todo?
-Cállate la boca, simple. Da por terminada la aventura, y no hagas preguntas a que no he de responder. Alejémonos pronto de este barrio, al cual no he de volver en todos los días de mi vida.
-¿De modo que...?
-Chitón.
-¿Y ahora?
-Ahora, yo haré lo que me acomode, y tú callarás. ¿Cómo quieres que te tape la boca: con dos onzas para que acabes de pagar tus deudas, o con una morrada de las mejores?
-Prefiero la primera de las dos mordazas presupuestas; y aunque en todo caso mi silencio ha de ser profundísimo, mi felicidad será mayor si a las dos onzas agrega vuestra señoría una media más.
-Bueno... Ya sabes que...
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