Vera Esperanza

De Andrés de Vera Esperanza, el pintor loco endemoniado que por más de diez años persiguió el piadoso Uraqueo, azote de herejes y libertinos, entre Cuitzeo y Zirahuén, queda sólo, al parecer, la vaga especie de que recibió del demonio la facultad de confundir a los fieles. Se detenía en templos humildes, de torres cortas y muros encalados, y a cambio del sustento y algunas monedas pintaba, sin detenerse jamás, por cuatro o cinco días en sus noches, a la luz de hachones resinosos, en las naves umbrías, lo que entonces parecía una multitud volandera de ángeles que sostenían o veneraban a los santos patronos del lugar. Solamente después de que el pintor abandonaba la villa, tres o cuatro días después, descubrían horrorizados los parroquianos que los frescos representaban una caterva de demonios que escarnecían a los bienaventurados. Que la obra se debía a Vera Esperanza se probaba por la imposibilidad de rasparla y aun de cubrirla con nuevas capas de cal. Las...

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