Venganza Moruna: 4
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Venganza Moruna
Vicente Blasco Ibáñez
-¡Bona dona, bona dona! -gritó Teulaí.
La buena mujer acudió, tirando la escoba. Era demasiado célebre el cuñado de Marieta en muchas leguas a la redonda para no ser obedecido inmediatamente.
Cogió al niño de brazos de su cuñada, y, sin mirarle, como si quisiera evitar un enternecimiento indigno de él, le pasó a los brazos de la vieja, encargándole su cuidado... Era asunto de media hora..., volverían pronto por él en cuanto terminasen cierto encargo.
Marieta rompió en sollozos, y se abalanzó al niño para besarle. Pero su cuñado tiró de ella. Avant, avant. Se hacía tarde.
Subyugada por el terror que inspiraba aquel hombrecillo venenoso a cuantos le rodeaban, siguió adelante, sin el niño y sin la cesta, mientras la vieja, santiguándose, se apresuraba a meterse en su casa.
Apenas si se distinguían como puntos indecisos en el blanco camino las mujeres que marchaban al pueblo. Los pardos vapores...
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