Veinte años después: XXXIII. La escaramuza

Veinte años después: Capítulo XXXIII. La escaramuza de Alejandro Dumas Aunque no fue larga la detención en Nyon, bastó, sin embargo, para que cada viajero echase un largo sueño. Raúl encargó que le despertaran si llegaba Grimaud, pero Grimaud no apareció. Los caballos debieron agradecer también las ocho horas de descanso que se les concedieron. A las cinco de la mañana despertó Raúl al conde de Guiche, dándole los buenos días. Almorzaron a toda prisa, y a las seis habían ya andado dos leguas. La conversación del joven conde era de las más interesantes para Raúl; de modo que éste escuchaba y el otro no dejaba la palabra. Educado en París, que Raúl no había visto más que una vez, en la corte adonde nunca había ido el vizconde, era objeto de la más profunda curiosidad de éste, sus locuras de paje, y los dos duelos en que, a pesar de los edictos, y de su ayo sobre todo, se habían encontrado. Raúl sólo había ido a casa del señor Scarron, y nombró a...

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