Veinte años después: XXIX. El buen consejero Broussel

Veinte años después: Capítulo XXIX. El buen consejero Broussel de Alejandro Dumas Pero desgraciadamente para el cardenal Mazarino, que a la sazón estaba de mal estrella, no había fallecido el consejero Broussel. Atravesaba, en efecto, tranquilamente por la calle de San Honorato, cuando el veloz caballo de Artagnan le tropezó en un hombro y le derribó sobre el lodo. Ya dijimos que el mosquetero no puso la atención en cosa de tan poca importancia. Artagnan sentía, además, la profunda y desdeñosa indiferencia que la nobleza militar sentía en aquella época hacia los paisanos. Fue, pues, insensible a la desgracia acaecida a aquel hombre, y antes de que el pobre Broussel tuviera tiempo de dar un grito, se había alejado con toda su tropa. Sólo entonces pudo hacerse oír el herido y ser socorrido. La gente que acudió y le encontró quejándose, le preguntó su nombre, las señas de su casa y su empleo, y así que supo que se llamaba Broussel, que era consejero del...

Este sitio web utiliza cookies, propias y de terceros con la finalidad de obtener información estadística en base a los datos de navegación. Si continúa navegando, se entiende que acepta su uso y en caso de no aceptar su instalación deberá visitar el apartado de información, donde le explicamos la forma de eliminarlas o rechazarlas.
Aceptar | Más información