Veinte años después: LXXXV El trono de Mazarino
Veinte años después: Capítulo LXXXV El trono de Mazarino
de Alejandro Dumas
El inesperado arresto de Athos no dio ruido, no produjo ningún escándalo,
y casi nadie lo supo. En nada se opuso por lo tanto a la marcha de
los sucesos, y la diputación enviada por la ciudad de París recibió tan
sólo aviso de que iba a comparecer ante la reina.
Recibióla Ana de Austria silenciosa y altanera como siempre; oyó las
lamentaciones y ruegos de los diputados, y cuando terminaron su discurso
nadie hubiera conocido que les hubiera oído; tan indiferente era la
expresión de su rostro.
En cambio Mazarino, que permanecía delante, oía perfectamente las
pretensiones de los diputados, reducidas a pedir en términos claros y
precisos, pura y sencillamente, que se le destituyera.
Concluidos los discursos, y como continuase la reina en su silencio:
––Señores ––dijo Mazarino––, yo uno mi voz a las vuestras para rogar a
la reina que ponga fin a los males que sus súbditos padecen....
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