Veinte años después: LXXVIII. Mosquetón en peligro

Veinte años después: LXXVIII. Mosquetón en peligro de Alejandro Dumas Después de la espantosa escena que acabamos de referir, reinó en la lancha un profundo y prolongado silencio; la luna, que se dejó ver un instante como si Dios hubiera querido que ningún detalle de aquel suceso pudiese ocultarse a los ojos de sus espectadores, desapareció detrás de las nubes; el horizonte volvió a esta obscuridad tan espantosa en todos los desiertos, y sobre todo, en el líquido desierto del océano, y no se oyó sino el silbido del oeste estrellándose en las crestas de las olas. Porthos fue el primero que rompió el silencio. –Muchas cosas he visto –dijo–, mas ninguna me ha hecho tanta sensación como la que acabo de presenciar. Sin embargo, conmovido como estoy, declaro que me siento muy a mi gusto. Parece que se me ha quitado un gran peso de encima, y que por fin respiro libremente. En efecto, Porthos respiró con un ruido que hacía honor a la fuerza de sus pulmones. –Pues...

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