Veinte años después: LXXIII. La casa de Cromwell
Veinte años después: Capítulo LXXIII. La casa de Cromwell
de Alejandro Dumas
En efecto, Artagnan había seguido a Mordaunt sin conocerle.
Al entrar éste en la casita se quitó la máscara y la barba gris que para
mejor disfrazarse llevaba; subió, abrió una puerta y en un cuarto iluminado
por una lámpara y cubierto con colgaduras de sombrío color, halló
a un hombre sentado ante un bufete y escribiendo.
Este hombre era Cromwell.
Ya se sabe que Cromwell tenía en Londres dos o tres albergues no conocidos
de la mayor parte de sus amigos y cuyo secreto solamente confiaba
a los más íntimos. Recordará el lector que Mordaunt podía contarse
en este número.
Al oírle entrar levantó Cromwell la cabeza.
––¿Sois vos, Mordaunt? ––le dijo––. Tarde venís.
––General ––respondió Mordaunt––, me he detenido para presenciar la
ceremonia hasta el fin.
––¡Ah! ––repuso Cromwell––. No creía que fuerais tan curioso.
––Siempre me inspira curiosidad...
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