Veinte años después: LXIV Salud a la majestad caída

Veinte años después: Capítulo LXIV. Salud a la majestad caída de Alejandro Dumas Al acercarse a la casa advirtieron que la tierra estaba removida como si hubiese pasado por allí fuerza de caballería: delante de la puerta eran todavía más visibles las huellas, prueba de que el ejército había hecho alto allí. ––¡Pardiez! ––dijo Artagnan––. Sin duda ha pasado por aquí el rey con su escolta. ––¡Cáscaras! ––exclamó Porthos––. En ese caso lo habrán devorado todo. ––¡Bah! Siempre habrán dejado una gallina. Y apeándose del caballo llamó a la puerta; pero nadie contestó. Observando entonces que la puerta no estaba cerrada, la dio un empujón y encontró el primero aposento vacío y abandonado. ––¿Qué pasa? ––preguntó Porthos. ––No veo a nadie ––dijo Artagnan––. ¡Ah! ––¿Qué? ––Sangre. A estas palabras echáronse a tierra los tres amigos y entraron en la primera habitación; pero Artagnan ya había abierto la...

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