Veinte años después: LXIII. Donde se ve que aun en las situaciones más desesperadas no pierden los corazones generosos el ánimo ni los buenos estómagos el apetito

Veinte años después: Capítulo LXIII. Donde se ve que aun en las situaciones más desesperadas no pierden los corazones generosos el ánimo ni los buenos estómagos el apetito de Alejandro Dumas --Marchando al galope los fugitivos, sin pronunciar una palabra ni mirar atrás, vadearon un riachuelo, cuyo nombre ignoraban, y dejaron a la izquierda una población que Athos suponía fuese Durham. Divisando al fin una pequeña selva, dieron a los caballos el último espolazo, dirigiéndolos hacia ella. Después que desaparecieron tras una verde enramada, bastante espesa para ocultarlos a las miradas de los que pudieran perseguirlos, detuviéronse para consultarse, y entregando los caballos a los lacayos a fin de que descansaran, aunque sin quitarles el freno y la silla, pusieron a Grimaud de centinela. ––Ante todo permitidme que os abrece, amigo mío dijo Athos a Artagnan––; sois nuestro salvador, sois el verdadero héroe entre nosotros. ––Bien dicho, sois grande...

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