V. El escultor de su personalidad

Plan de perfeccionamiento moral

Franklin fue un ecléctico religioso. De niño fue educado en las prácticas presbiterianas en Boston, y de adolescente convivio con los cuáqueros de Filadelfia, pero no fue ortodoxo de ninguna de estas sectas. Sus convicciones se inclinaron más bien por el unitarismo religioso. Cuando Franklin tenía treinta y dos años, recibió una carta de su padre en la que le hacía observar que su madre se quejaba de «tener un hijo arriano y otro arminiano», y Benjamín respondió en la suya: «Reconozco que no sé exactamente lo que es un arminiano o un arriano. La verdad es que me he detenido muy poco en estas distinciones. Creo que la religión vital ha salido siempre perjudicada cuando se ha tenido más en cuenta la ortodoxia que la virtud. Las Escrituras me aseguran que el día del Juicio Final no se examinará lo que hemos pensado, sino lo que hemos hecho, y nuestra recomendación no será que dijimos ¡Señor! ¡Señor!, sino que hicimos el bien a nuestros semejantes».

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