Un faccioso más y algunos frailes menos : 29

Un faccioso más y algunos frailes menos : 29 de Benito Pérez Galdós Tan turbado estaba D. Rodriguín, que las primeras palabras salidas de su boca fueron un latinajo incomprensible. No acertaba a pedir socorro en castellano ni a expresarse tampoco en vulgar latín. -Ya, ya sabemos lo que usted desea -dijo cariñosamente el señor mayor, poniéndole la mano en el hombro-. Usted viene huyendo de la degollina de San Isidro... Aquí no hay que temer... Sola, querida hija, a este caballerito le vendrá bien una taza de caldo. -Utique... gratias agere... -O un vasito de vino blanco con bizcochos. -Mejor vino que caldo -dijo entonces en claro español el estudiante. Y no se saciaba de mirar al señor de los espejuelos de oro, y a la joven, y a los chicos, que no menos espantados que él le rodeaban. Sola (pues no era otra la señora de aquella casa) salió en busca del reconfortante, y D. Rodriguín, ya completamente recobrado...

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