Tristana: 21

Capítulo XXI 21 Pág. 21 de 29 Tristana Benito Pérez Galdós «¡Ay Dios mío -decía Tristana para sí, cruzando las manos y mirando fijamente a su viejo-, cuánto sabe este maldito! Él es un pillastre redomado, sin conciencia; pero como saber... ¡vaya si sabe!...». -¿Estás conforme con lo que te digo, pichona? -le preguntó D. Lepe, besando sus manos, sin disimular la alegría que le causaba el sentimiento íntimo de su victoria. -Te diré... sí... Yo creo que no sirvo para lo doméstico; vamos, que no puedo entender... Pero no sé, no sé si las cosas que sueño se realizarán... -¡Ay, yo lo veo tan claro como esta es luz! -replicó Garrido con el acento de honrada convicción que sabía tomar en sus fórmulas de perjurio-. Créeme a mí... Un padre no engaña, y yo, arrepentido del daño que te hice, quiero ser padre para ti y nada más que padre. Siguieron hablando de lo mismo, y D. Lope, con suma habilidad estratégica, evolucionó para ganarle al...

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