Searcy Foote

Quería ir a la universidad, lejos de aquí. Pero mi tía, Persis, la rica, no me quiso ayudar. Entonces fui jardinero, y con lo que gané compré los libros de John Alden y luché por la supervivencia. Quería casarme con Delia Prickett, pero ¿cómo con lo que yo ganaba? Y ahí estaba mi tía, Persis, septuagenaria, instalada en su silla de ruedas, medio muerta, su garganta tan paralizada que cuando comía se le escurría la sopa como a un pato... Y todavía no satisfecha, invertía sus ingresos en hipotecas, nerviosa en todo momento por sus acciones, rentas y papeles. Ese día le estaba cortando leña y leyendo a Proudhon en mis descansos. Fui a la casa por un poco de agua, y allí estaba, dormida en su sillón, y Proudhon sobre la mesa, y un frasco de cloroformo sobre el libro, ¡lo usaba a veces para dolor de muelas! Vertí el cloroformo en un pañuelo y se lo apliqué a la nariz hasta que murió... Oh Delia, Delia, tú y Proudhon firme mantuvieron mi mano, y el forense dijo que...

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