Sancho Saldaña: 43

Capítulo XLIII 43 Pág. 43 de 49 Sancho Saldaña José de Espronceda Abrirse ve bajo su misma planta la tierra de ambos polos sacudida; sulfúrea niebla que la vista espanta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . y en medio de los aires se levanta sobre un grupo de nubes sostenida, adusta diosa cuya sombra crece y allá en los cielos penetrar parece. MARTÍNEZ DE LA ROSA Dos días habían pasado ya desde la entrevista de Nuño con el Velludo, sin que en este tiempo hubiese visto Hernando de Iscar otra cara que la de su carcelero, que con extraordinarias precauciones le traía todos los días la comida, que el desesperado caballero apenas probaba, sin embargo que el cocinero del castillo solía echar en todos los manjares cantidad suficiente de ajos y especias para despertar el apetito. Era su calabozo el cubo de una torre, sin más vistas que una reja que daba al campo, por donde le entraba la luz del día; un cántaro de agua y una cadena...

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