Sancho Saldaña: 39

Capítulo XXXIX 39 Pág. 39 de 49 Sancho Saldaña José de Espronceda RODRIGO ¡Desventurada! Gonzalo, su cadáver apartemos de este lugar. . . . . . . . . . . . . . . . NICASIO ÁLVAREZ DE CIENFUEGOS, Condesa de Castilla. Acababa Saldaña de pronunciar las tremendas palabras que hicieron estremecerse a la desamparada Leonor, cuando mirando a un lado y a otro, sin acertar aún a retirarse de su presencia, y temeroso también de dejarse llevar de la ira que le abrasaba si permanecía allí más tiempo, cuenta la historia que a una de las puertas laterales de la habitación vio una mujer lívida, azul el rostro, la rabia en la boca, lumbre en las pupilas, furia en todos sus ademanes, que sin quitar de él los ojos, y con un puñal en la mano derecha, a paso de lobo se le acercaba. Miróla Saldaña aterrado, y ella viéndose descubierta ni huyó, ni bajó los ojos siquiera, antes por el contrario enclavólos en él con más ahínco que nunca, y sólo detuvo el...

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