Sancho Saldaña: 37

Capítulo XXXVII 37 Pág. 37 de 49 Sancho Saldaña José de Espronceda BOABDIL Pues la sentencia pronunció tu labio, él vivirá; pero a mi amor sincero has de corresponder. ZORAIDA ¡Señor!, ¡amaros! BOABDIL O caerá su cabeza en este día. ZORAIDA ¿Hay mayor crueldad? NICASIO ÁLVAREZ DE CIENFUEGOS, Zoraida. Mientras esto pasaba en Valladolid, proseguía Sancho IV en el castillo de Cuéllar ocupado en castigar los jefes de los rebeldes, llevando la crueldad al punto de no perdonar uno solo de cuantos tuvieron la desgracia de caer en sus manos. Cabezas ilustres desprendió de sus troncos el hacha del verdugo, y pocas veces bañó sangre más noble el cadalso, siendo la mayor parte de los que en él perecieron fieles servidores del sabio rey don Alfonso, en cuyo servicio habían arriesgado su vida más de una vez valerosamente en los combates. Sólo Hernando de Iscar quedaba hasta entonces vivo, si puede llamarse vida la miserable existencia que...

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