Sancho Saldaña: 28
Capítulo XXVIII 28
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Sancho Saldaña
José de Espronceda
Ese maldito usurero
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
que por granjear dinero
pondría en venta a su hermano,
reza a San Pedro, a San Juan,
a San Cosme y San Damián
y a toda la letanía.
MANUEL BRETÓN DE LOS HERREROS
Luego que Saldaña se retiró a su habitación, donde Duarte y García le aguardaban para desarmarle, se arrojó en un sillón como un hombre fatigado y harto de cuanto ha hecho y ha visto. Quedó un rato pensativo y callado, hasta que dando un suspiro y encogiéndose de hombros llamó a Duarte y le preguntó por su favorito paje.
-Señor -repuso-, con la bulla que ha habido hoy no he tenido tiempo siquiera para pensar en mí mismo, cuanto más en el paje: muy ocupado debe estar cuando no se ha presentado por ningún lado.
-Está bien, vete, que ya estás hablando de más -replicó Saldaña-; cuando venga, que entre.
-Muy bien -repuso el viejo-: el demonio...
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