Sancho Saldaña: 18
Capítulo XVIII 18
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Sancho Saldaña
José de Espronceda
Salen con tanto silencio
que ni las nocturnas aves
sienten sus secretos pasos,
ni los veladores canes.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Sacan los alfanjes fieros,
derriban los capellares,
y tíranse fuertes golpes
con pensamientos mortales.
Crece la rabia y desdén,
la fuerza, rabia y coraje,
y saltan vivas centellas
de los duros pedernales.
Romancero
La campana de la iglesia principal tocaba a maitines cuando Usdróbal, que en vano había tratado de descansar, salió a la explanada del castillo con la misma impaciencia que si mil chispas hubieran caído sobre él y le abrasaran en todas partes a un tiempo. El camino del desierto no se le hace más lejos al caminante fatigado y sediento, el día de fiesta no le parece más tardo en llegar al jornalero holgazán ni camina tan lenta la eternidad para el condenado como le habían...
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