Papeles

Señor Director: Me permito distraer su fina atención para denunciar, con angustia, ciertas anomalías que vienen afectando no sólo mi desempeño laboral, sino mi vida familiar, desde hace varias semanas. Como usted sabe —o me imagino que sabe, o que puede saber, si lo desea—, hace catorce años que trabajo en la Institución. No soy un recién llegado. Hace nueve que laboro en la misma sección, en el mismo cubículo, en el mismo escritorio. Conozco muy bien mis obligaciones. Soy cumplido. Soy puntual. No me gusta perder el tiempo. Sólo por no parecer presuntuoso no agrego que soy eficiente. Pero, finalmente, uno puede darse cuenta del trabajo de uno y de los demás. Hasta hace poco tiempo, mi mayor orgullo era dejar limpio el escritorio. Todos los días. Ningún pendiente. Ni el más triste oficio, ni la más exigua remisión, ni la más anodina copia de archivo tenían que esperar al día siguiente. Todo lo atendía, todo lo veía, todo lo despachaba. Cada día me...

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