Oh, Señor, tú que sufres del mundo

Oh, Señor, tú que sufres del mundo Salmo III de Miguel de Unamuno ¡Oh, Señor, tú que sufres del mundo sujeto a tu obra, es tu mal nuestro mal más profundo y nuestra zozobra! Necesitas uncirte al infinito si quieres hablarme, y si quieres te llegue mi grito te es fuerza escucharme. Es tu amor el que tanto te obliga bajarte hasta el hombre, y a tu Esencia mi boca le diga cuál sea tu nombre. Te es forzoso rasgarte el abismo si mío ser quieres, y si quieres vivir en ti mismo ya mío no eres. Al crearnos para tu servicio buscas libertad, sacudirte del recio suplicio de la eternidad. Si he de ser, como quieres, figura y flor de tu gloria, hazte, ¡oh, Tu Creador, criatura rendido a la historia! Libre ya de tu cerco divino por nosotros estás, sin nosotros sería tu sino o siempre o jamás. Por gustar, ¡oh, Impasible!, la pena quisiste penar, te faltaba el dolor que enajena para más gozar. Y probaste el sufrir y sufriste vil muerte en la cruz, y al espejo del hombre...

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