O'Donnell : 5

O'Donnell Capítulo V de Benito Pérez Galdós Linda era como un ángel Teresita Villaescusa, como un ángel a quien Dios permitiese abandonar la solemne seriedad del Cielo, adoptando el reír humano. Porque, según los doctores en belleza, la de Teresita Villaescusa no habría sido tan completa sin aquel soberano don de sonrisa y risa que le iluminaba el rostro y le descubría el alma. A todos encantaba su gracia ingenua, y la amistad y el amor se le rendían. La tez de un blanco alabastrino, el cabello castaño, los ojos negros: ¿verdad que no pudo idear combinación más bonita el Supremo Autor de toda hermosura? Pues espérense un poco, y verán qué obra maestra. Hizo el cuerpo de proporciones discretas, ni largo ni corto; el talle esbelto, los andares graciosos, el pecho lozano. Y decían admiradores de Teresa que se había esmerado en la dentadura, haciéndola tan bella y nítida como la de los ángeles, que ni ríen ni comen. La inocente niña, que en sociedad era el...

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