No vayas tanto a Heidelberg

Heinrich Böll [1] Para Klaus Staeck, quien sabe que este cuentoes ficticio de principio a fin, pero al mismotiempo completamente real. Por la noche, ya en piyama, se sentó a la orilla de la cama en espera del noticiero de las doce, fumó un último cigarro y trató de reconstruir el momento en que ese hermoso domingo se había echado a perder. La mañana había sido soleada y fresca, con el temple de mayo, aunque ya era junio y se palpaba el calor que haría más tarde; la luz y la temperatura lo hicieron recordar sus entrenamientos de antaño, entre las seis y las ocho antes de ir a trabajar. Esa mañana dedicó una hora y media a la bicicleta. Recorrió caminos laterales entre las zonas residenciales, los pequeños jardines y los parques industriales; pasó entre campos, cenadores, huertos verdes y el gran panteón hasta llegar al lindero del bosque, ya muy lejos de los límites de la ciudad. En los tramos asfaltados aceleró para poner a prueba su arranque y...

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