Niebla 25

NieblaXXV de Miguel de Unamuno Fue Augusto a ver a Víctor, a acariciar al tardío hijo de este, a recrearse en la contemplación de la nueva felicidad de aquel hogar, y de paso a consultar con él sobre el estado de su espíritu. Y al encontrarse con su amigo a solas, le dijo: –¿Y de aquella novela o... ¿cómo era?... ¡ah, sí, nivola!... que estabas escribiendo?, ¿supongo que ahora, con lo del hijo, la habrás abandonado? –Pues supones mal. Precisamente por eso, por ser ya padre, he vuelto a ella. Y en ella desahogo el buen humor que me llena. –¿Querrías leerme algo de ella? Sacó Víctor las cuartillas y empezó a leer por aquí y por allá a su amigo. –Pero, hombre, ¡te me han cambiado! –exclamó Augusto. –¿Por qué? –Porque ahí hay cosas que rayan en lo pornográfico y hasta a las veces pasan de ello... –¿Pornográfico? ¡De ninguna manera! Lo que hay aquí son crudezas, pero no pornografías. Alguna vez algún desnudo, pero nunca un desvestido......

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