Nazarín : 22

NazarínCuarta Parte Capítulo II de Benito Pérez Galdós Cuarta Parte II Mientras que Nazarín parecía connaturalizado con la fétida atmósfera de las lóbregas estancias, con la espantable catadura de los enfermos, y con la suciedad y miseria que les rodeaba, Ándara y Beatriz no podían hacerse, no, no podían, infelices mujeres, a una ocupación que instantáneamente las elevaba de la vulgaridad al heroísmo. Habían visto, del ideal religioso, tan sólo lo bonito y halagüeño; veían ya la parte impregnada de verdad dolorosa. Beatriz lo expresaba en su tosco lenguaje: «Eso de irse al Cielo, muy pronto se dice; ¿pero por dónde y por qué caminos se va?». Ándara llegó a adquirir una actividad estúpida. Se movía como una maquina, y desempeñaba todos aquellos horribles menesteres casi de un modo inconsciente. Sus manos y pies se movían de por sí. Si la hubieran en otro tiempo condenado a tal vida, poniéndola en el dilema de adoptarla o morir, habría preferido...

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