Narváez : 18
Narváez Capítulo XVIII
de Benito Pérez Galdós
Sépase ante todo que no íbamos solos Eufrasia y yo. Nos acompañaba una vieja muy compuesta, hermosura en ruinas, que tuvo su apogeo y esplendor en los años medios de Fernando VII, camarista que fue de la Reina Doña Isabel de Braganza. Perteneciente a la aristocracia mercenaria, de creación palatina, ostenta el deslucido título de Condesa o Baronesa (no estoy bien seguro) de San Roque, de San Víctor, o de no sé qué santo. En la duda, la designaré provisionalmente por el primer bienaventurado que se me ocurra. Es mujer histórica y de historia, hoy mandada recoger por la subida cuenta de sus años, aunque todavía colea en la vida social. Entiendo que tiene un hijo y un yerno en la regia servidumbre.
«Ya sé -me dijo Eufrasia en el rápido avance del coche por la calle del Arenal-, que Rafaela y yo estamos amenazadas de salir, codo con codo, en la primera cuerda para Filipinas».
Soltaron ambas la risa, y yo agregué,...
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