Miserias merecidas

Tipos y paisajes criollos - Serie IV Miserias merecidas de Godofredo Daireaux Miserias merecidas Junio, recién; y ya se cortan en puntas las ovejas. Mala seña, piensa don Martín, al recorrer el campo de pasto duro que recién ha poblado, y al encontrarse, por todas partes, con pequeños grupos de diez, de cinco, de dos ovejas, flacas y sin fuerza. ¿Y qué será, en Agosto, cuando hayan pasado tres meses más, de heladas o de aguaceros, sobre los pobres animales? No le digan mala madre a la oveja que abandona el cordero; pues cuando deja de mandar el instinto materno, es que obedece el animal, aun a su pesar y mirando para atrás, con balidos de lamento, a otra ley de la naturaleza; la propia conservación es más imperiosa, para la oveja, cuando se siente débil, que la de su prole. Lo mismo, cuando olvidándose de su amor a la majada, las ovejas se cortan en puntas y dejan de seguirse unas a otras; o cuando, al cruzar cerca de ellas el jinete, no disparan, mala seña; y...

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