Mi adorada Emy

(fragmento) Emy se desprendió de los brazos de Carlos y se dirigió a su recámara. “Comeremos fuera”, le dije. “Tenemos que ir por los boletos”. Carlos vio cerrarse la puerta de la alcoba y trató de adivinar qué vestido se pondría Emy, pero antes de que se formara una imagen definitiva la puerta volvió a abrirse. — ¿Cómo se pronuncia Iowa? Carlos se lo dijo y Emy desapareció otra vez. De ahí en adelante ya no volverían a esperanzarse sin que la palabra Iowa aflorase de una u otra manera a su conversación, aprenderían incluso a pronunciarla con la sola mirada, con un simple movimiento de hombros o con una sonrisa retenida para no hacer las cosas demasiado obvias. Mendoza y Emy veían en ese corto viaje a los Estados Unidos la apertura de una nueva vida, aunque tal vez hubiesen preferido renunciar al viaje antes que admitir la importancia desmedida que tenía para ellos ese cursillo de conferencias en una universidad de la que no sabían casi nada. La forma...

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