Meditación (Arolas)
Meditación
de Juan Arolas
Yo te veo, Señor, en las montañas
que soberbias se miran en su altura,
dó reciben la luz con que las bañas,
antes que este hondo valle de tristura;
y en el último y lánguido reflejo,
que recogen del día moribundo,
cuando su altiva cumbre es el espejo
de las sombras que caen en el mundo;
y en su color azul y nieve fría
que oculta la preñez de los volcanes,
como encubre falaz hipocresía
de infame corazón pérfidos planes.
Que tú les das la niebla matutina
que se pierde por leve y vaporosa,
tú les enciendes llama que ilumina,
tú su cráter entibias y reposa.
Desataste en sus cimas y pendientes,
para calmar la sed de los mortales,
las cristalinas venas de las fuentes
y escondiste en su seno los metales.
Mas ellos ambicionan el tesoro
que previsión de un padre les encierra,
no pueden apagar la sed del oro
y rompen las entrañas de la tierra.
¡Metal de execración! ¡metal maldito,
cuya pálida luz...
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