Los tres mosqueteros: Capítulo XXXIX
Los tres mosqueterosUna visión
de Alejandro Dumas (padre)
A las cuatro, los cuatro amigos se hallaban reunidos en casa de Athos. Sus preocupaciones sobre el equipo habían desaparecido por entero, y cada rostro no conservaba otra expresión que las de sus propias y secretas inquietudes; porque detrás de cualquier felicidad presente se oculta un temor futuro.
De pronto Planchet entró con dos cartas dirigidas a D'Artagnan.
Una era un pequeño billete gentilmente plegado a lo largo con un lindo sello de cera verde en el que estaba impresa una paloma trayendo un ramo verde.
La otra era una gran epístola rectangular y resplandeciente con las armas terribles de Su Eminencia el cardenal duque.
A la vista de la carta pequeña, el corazón de D'Artagnan saltó, porque había creído reconocer la escritura; y aunque no había visto esa escritura más que una vez, la memoria de ella había quedado en lo más profundo de su corazón.
Cogió, pues, la epístola pequeña y la abrió...
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