Los tres mosqueteros: Capítulo XXV
Los tres mosqueterosPorthos
de Alejandro Dumas (padre)
En lugar de regresar a su casa directamente, D'Artagnan puso pie en tierra ante la puerta del señor de Tréville y subió rápidamente la escalera. Aquella vez estaba decidido a contarle todo lo que acababa de pasar. Sin duda, él daría buenos consejos en todo aquel asunto; además, como el señor de Tréville veía casi a diario a la reina, quizá podría sacar a Su Majestad alguna información sobre la pobre mujer a quien sin duda se hacía pagar su adhesión a su señora.
El señor de Tréville escuchó el relato del joven con una gravedad que probaba que había algo más en toda aquella aventura que una intriga de amor; luego, cuando D'Artagnan hubo acabado:
-¡Hum! - dijo-. Todo esto huele a Su Eminencia a una legua.
-Pero ¿qué hacer? - dijo D'Artagnan.
-Nada, absolutamente nada ahora sólo abandonar Paris como os he dicho, lo antes posible. Yo veré a la reina, le contaré los detalles de la desaparición de esa...
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