Los tres mosqueteros: Capítulo XVIII
Los tres mosqueterosEl amante y el marido
de Alejandro Dumas (padre)
-¡Ay, señora! - dijo D'Artagnan entrando por la puerta que le abría la joven-. Permitidme decíroslo, tenéis un triste marido.
-¡Entonces habéis oído nuestra conversación! - preguntó vivamente la señora Bonacieux, mirando a D'Artagnan con inquietud.
-Toda entera.
-Dios mío, ¿cómo?
-Mediante un procedimiento conocido por mí, gracias al cual oí también la conversación más animada que tuvisteis con los esbirros del cardenal.
-¿Y qué habéis comprendido de lo que decíamos?
-Mil cosas: en primer lugar, que vuestro marido es un necio y un imbécil, afortunadamente; luego, que estáis en un apuro, cosa que me ha encantado y que me da ocasión de ponerme a vuestro servicio, y Dios sabe si estoy dispuesto a arrojarme al fuego por vos; finalmente que la reina necesita que un hombre valiente, inteligente y adicto haga por ella un viaje a Londres. Yo tengo al menos dos de las tres cualidades que...
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