Los duendes de la camarilla : 23

Los duendes de la camarilla Capítulo XXIII de Benito Pérez Galdós La historia contada por Domiciana con acento tan firme que parecía el de la propia Clío, produjo en el cerebro de Lucila efectos muy extraños, pues si tales hechos encontraban en él como una nube de incredulidad sistemática que los empañaba y obscurecía, de los mismos hechos brotaban rayos de verosimilitud que esclarecían lentamente los espacios de aquella nube. ¿Era mentira que parecía verdad, o una de esas verdades que se adornan con las galas del arte de la mentira verosímil? -¿Y por qué -preguntó Lucila con viveza ruda-, por qué al saber que Tomín estaba libre, no fuiste a decírmelo? -Porque me aterraba el tener que darte una mala noticia -dijo Domiciana parando el golpe con gran destreza-. Lo era la de aquella libertad, que tuve por una nueva esclavitud. Decirte que Tomín estaba en poder de la Socobio era como decirte: «despídete de él por mucho tiempo». -Por algún tiempo, quieres...

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