Los duendes de la camarilla : 2

Los duendes de la camarilla Capítulo II de Benito Pérez Galdós Cigüela reía. Lo primero que hizo, al acometer sus menesteres domésticos, fue sacar del bolsón pendiente de su cintura bajo la falda, dos paquetes con envoltura de papel fino cruzada de cinta roja, y ponerlos sobre una caja que servía de mesa. Descalza, diligente, iba de un punto a otro con suma presteza; y sosteniendo la conversación con el aburrido Tolomín, al deber de mirar por su existencia y su salud atendía. En el lado donde era más alto el techo, tenía un anafre, y en sitio cercano provisión de carbón, teas y una caja de fósforos. Encendió lumbre y puso a calentar agua. «¿Qué me has traído esta noche?» -preguntó Tolomín, que no quitaba ojo de los paquetes cerrados con desusada elegancia y finura. -¡Cosa rica!... Ya lo sabrás... Antes tengo que contarte... -¡Vaya! Pues no gastas poca solemnidad para tus cuentos... ¡Antes con antes!... ¿Pero dónde está el principio de tus...

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