Los duendes de la camarilla : 19

Los duendes de la camarilla Capítulo XIX de Benito Pérez Galdós -Con lo que dice esta señora -indicó Ezequiel a su amiga, satisfecho-, ya puedes estar tranquila. Demos gracias a Dios. Tomín no va en la cuerda. Sintiendo su alma casi libre del horrendo peso que había traído consigo desde Madrid, Cigüela no podía llegar a un estado de completa tranquilidad y menos de alegría. Porque aun descartado el hecho tristísimo de la deportación de Gracián, el problema seguía ofreciendo a la pobre mujer aspectos pavorosos.¿Dónde estaba el hombre? El cúmulo de probabilidades, todas muy negras, que esta interrogación ponía frente a Lucila, incitándola a escoger la más lógica, era motivo suficiente para que la paz no reinara en su alma. De que Tolomín no había ido en la cuerda se convenció escuchando de nuevo el informe de la Capitana, autorizado por un Teniente de servicio en el Depósito, hombre compasivo y amable que las acompañó cuando se retiraban al pueblo......

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