Los condenados: 25
Los condenados
de Benito Pérez Galdós
Escena IX
PATERNOY, SALOMÉ; SANTAMONA, por la izquierda, segundo término, secándose las manos con un paño.
SANTAMONA.- Te he puesto la alcobita como los chorros del oro.
PATERNOY.- ¿Estabas tú aquí, Mónica? Me lo figuraba. Donde hay miserables que socorrer, tristes que consolar, no puedes faltar tú.
SANTAMONA.- Ni tú. (Contempla a SANTIAGO con cariño y admiración.) Aquí le tienes. Mirémonos en este espejo. ¡Un hombre que en la fuerza de la edad abandona el mundo, y desprecia todo, amores, riquezas, opinión, para ponerse al servicio de Dios en austera penitencia!...
SALOMÉ.- ¡Qué hermosura! ¡Dichoso quien tiene ese valor!
PATERNOY.- Ningún mérito hay en esa resolución que es hija del desaliento y del cansancio de tanta pequeñez y vanidad.
SANTAMONA.- Aquí donde le ves, ya ha empezado a repartir su caudal entre los pobres.
PATERNOY.- Calla. ¿Qué sabes tú?
SANTAMONA.- Sí que lo sé, y lo digo. No te...
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